Un poco de Historia…
“Año 33 (aproximadamente), un hombre es ajusticiado y condenado a muerte en la cruz, tras un castigo brutal es obligado a llevar un madero hasta el lugar de su ejecución, desde la ciudad hasta el monte Gólgota, más allá de los muros de la ciudad de Jerusalén. Una vez allí, este hombre apodado como “el rey de los judíos” es crucificado y tras tres horas de sufrimiento…, muere. Es desclavado y depositado sobre una sábana o lienzo y llevado hasta el lugar donde sería sepultado”, esta sería una breve crónica de los acontecimientos de aquel día, pero tras casi veinte siglos ¿qué sabemos sobre la denominada Síndone o Sábana Santa? ¿Qué sabemos del hombre que contuvo este lienzo tras los estudios realizado de la imagen impresa en el mismo? Es uno de los misterios del siglo XX y tal vez de nuestra Humanidad… Hoy, los científicos se afanan en encontrar respuestas al que puede ser el mayor enigma del Cristianismo.
Así un equipo multidisciplinar lleva décadas investigando sobre la Sábana Santa y los resultados son sorprendentes…
La terminología usada para designarla
Cuando se habla de la Síndone nos puede confundir la amplia terminología usada para designarla. Es fácil que nos refiramos a ella como “Sábana”, “Sudario” o “Lienzo”. San Juan refiriéndose a la resurrección dice que Simón Pedro junto a otro discípulo vieron los lienzos tirados y el sudario que había estado sobre la cabeza envuelto en un lugar aparte, lo cual nos hace pensar que eran más de una pieza las que formaban la mortaja funeraria. Mateo y Marcos se refieren a ella como sábana al indicarnos que era propiedad (la pieza) de José de Arimatea, con ellos también coincide Lucas. ¿Cuál es el término adecuado? ¿Cuál se ajusta a la realidad?
El término “sidon” según San Jerónimo es una tela de lino más larga que ancha, la cual envolvía el cuerpo, a diferencia de sudarium, que en el latín clásico significa “pequeño lienzo útil para enjugar el rostro”. Concretemos que en el caso de Cristo la síndone es una larga tela de lino blanco que sirvió para envolver el cadáver del ajusticiado en la cruz. Es más que probable que sobre el rostro se colocase un lienzo a modo de sudarium según las tradiciones funerarias judías y un trozo de lienzo a modo de cinturón mantuviera cerrada la mandíbula del difunto (como los antiguos remedios contra el dolor de muelas). De ahí la diversidad de piezas de lino que pudo observar San Juan siendo el que con más riqueza descriptiva narró lo observado en el interior del sepulcro, mientras el resto de los evangelistas simplemente repararon en lo más evidente y notable: La Sábana.
Pero profundizando en todo esto veamos la traducción de ese párrafo del Evangelio de San Juan (versículo 20): “El primer día de la semana va María Magdalena de madrugada al sepulcro. Corrían los dos juntos pero el otro discípulo corrió por delante más rápido que Pedro y llegó al sepulcro. Se inclinó y vio las vendas en el suelo, pero no entró. Llega también Simón Pedro siguiéndole, entra en el sepulcro y ve las vendas en el suelo, y el sudario que cubrió la cabeza, no junto a las vendas, sino plegado en un lugar aparte. Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro, vio y creyó, pues hasta entonces no había comprendido que según las Escrituras Jesús debía resucitar de entre los muertos .Los discípulos entonces volvieron a casa”.
Hasta aquí, la versión comúnmente aceptada; pero si consultamos el Códice Alexandrinus, que data del siglo IV-V (en el Museo Británico de Londres) se encontrará la misma cita evangélica de la siguiente forma: “Salieron, pues Pedro y el otro discípulo y fueron al sepulcro. Corrían los dos juntos y el otro discípulo se adelantó más velozmente a Pedro y llegó primero al monumento y agachándose ve los lienzos allanados .Pero no entró. Llega pues, Simón Pedro siguiéndole y entró en el sepulcro contemplando los lienzos allanados y el sudario que estuvo sobre la cabeza de Él, no, al igual que los lienzos, allanado, sino al contrario, enrollado en su propio lugar. Entonces, pues, entró también el otro discípulo, quién llegara primero al sepulcro .Y vio y creyó”.
Tal como fue escrita en el Códice Alexandrinus, la palabra griega “othonia” significa “lienzos” y no vendas, como se ha venido traduciendo. Así lo tradujo San Jerónimo en la versión Vulgata. Según el códice la expresión “lienzo” hacía referencia a toda una pieza o sábana. Cuando Juan habla de vendas usa la palabra griega propia “keirai” y sin embargo queda demostrado según el Códice Alexandrinus que los lienzos estaban allanados usando para ello el término griego “Keimena” que es más adecuado. Así pues nos encontramos ante un grave error de traducción que nos pueden hacer dudar sobre las piezas halladas en el sepulcro y sobre su posible definición, para subsanar este error y de la mano de los modernos (y más fiables) sistemas de traducción podemos afirmar que en el interior del sepulcro se hallaban una gran pieza de lino, un sudarium y posiblemente una estrecha pieza de lino cuya función como ya hemos referido anteriormente servía para mantener la mandíbula cerrada.
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