Un poco de Ciencia…
Explicación medico-forense de las maquetas tridimensionales del hombre de la Síndone
Fuentes: publicaciones de varios autores, del C.E.S. y artículos de la revista línteum.
1. Posición del cadáver
La imagen o la impronta presente en la síndone, corresponde con exactitud al aspecto que presentaría un cadáver reciente, en estado de rigidez, habiendo sido ésta instaurada, de una manera instantánea o muy precoz, como es característicos en casos debidos a muerte de tipo violento, en extremo fatigosas y dolorosas , con deshidratación y estado mantenido de alta fiebre.
Según los estudios de medicina forense, y en base a las citadas circunstancias, la representación del cuerpo se debe caracterizar por los siguientes aspectos:
1 la cabeza debe estar flexionada hacia delante (ángulo aproximado de 40º) y la nuca elevada y tensa. Además puede existir una ligera inclinación o caída a la derecha; según los estudios del sudario de Oviedo, de unos 19 ó 20 grados respecto a la vertical. En líneas generales, en el crucificado, la cabeza debe aparecer, hundida en el entre los huecos supraclaviculares y techo de la articulación del hombro; sin descolgarse con libertad.
2 Los músculos esternocleidomastoideos, trapecio e inspiradores deben aparecer rígidos, lo mismo que los deltoides.
3 El tórax, se encentrará dilatado, como en inspiración forzada.
4 Los músculos pectorales mayores se deberán ver contraídos y salientes.
5 La musculatura escapular se encentrará también contraída y pegada a las costillas.
6 El epigastrio hundido, e hipogastrio prominente.
7 La musculatura dorso lumbar debe estar muy tensa.
8 Lordorsis lumbar acentuada.
9 El vientre estará inflamado, síntoma característico de una muerte asfíctica.
10 Los glúteos se marcarán intensamente, especialmente el derecho.
11 Las piernas deben representarse flexionadas, especialmente la derecha.
12 Pie izquierdo estará más hiperextendido que el derecho.
13 Los brazos deben aparecer menos rígidos que el resto del cuerpo, y cruzados sobre el pubis de una manera forzada.
Ante ésta breve descripción, basada en años de estudios forenses sobre la síndone de Turín, parece que no deberían existir dudas, de que la imagen de la síndone, debe corresponder a la representación, fiel y la vez misteriosa, de un cadáver en estado de intensa rigidez; y que solo por estas circunstancia y la desaparición prematura y también misteriosa del cuerpo, la imagen fue y es, posicionalmente posible.
Solo la desaparición prematura del cuerpo, sin señal alguna de descomposición, pudo dejar el la tela de lino, los detalles definidos y los perfiles nítidos de los estigmas provocados por el martirio y la muerte del hombre.
Al mismo tiempo, la propia impronta y manchas de sangre, es una prueba evidente de la muerte. Sobre todo por el aspectos y morfología de la herida del costado; ya que presenta indudables características de una hemorragia postmortem. Apreciándose como la masa sanguínea ya está separada del plasma. Son claramente visibles los halos formados por líquidos serosos, en toda la periferia de los coágulos.
Posiblemente fruto de estos sueros sanguíneos o líquidos proveniente con probabilidad de un grave edema pulmonar, pudo describir San Juan el momento de la lanzada como una emanación, al punto, de sangre y agua.
2. Rostro y cabeza: magulladuras y casco de espinas
Los estudios realizados nos revelan un rostro tumefacto, propio de un hombre que ha sido muy maltratado, y que a la vez recibió la colocación de un objeto lacerante sobre su cabeza a modo de corona, o casco de espinas.
Más de cincuenta heridas punzantes se aprecian sobre la frente y la región occipital.
El aplastamiento de la nariz y la tumefacción del ojo y pómulo derecho, revelan las lesiones que pudo producirle un golpe de palo cilíndrico, de unos 4’5 centímetros de diámetro.
También se aprecia la falta de partes de la barba, como si le hubiesen arrancado trozos intencionadamente.
En resumen un rostro que nos revela las huellas de una intensa paliza. Lesiones tanto provocada por golpes directos, como los indirectos debidos a caídas.
Descripción de heridas y contusiones que deben reflejarse en el rostro y la cabeza:
1 Tumefacción en la zona de la frente, región de ambos arcos superciliares y zona media frontal.
2 En el arco de la ceja derecha continuará la tumescencia, en forma mas pronunciada, en la parte externa del ojo, lo que debe condicionar el cierre parcial del mismo.
3 Abundantes coágulos de sangre vital en la frente, sienes, nuca y cabellera; profusión de hemorragias arteriales o venosas compatibles con heridas provocadas por objetos punzantes, dispuestos periféricamente sobre el cráneo.
4 Gran contusión bajo la región cigomática derecha (mejilla derecha) en forma de triangulo cuyo vértice mas alargado, debe dirigirse hacia la cresta de la nariz.
5 A nivel del vértice izquierdo de la nariz, se debe observar una zona escoriada y contusa, golpe que ha debido fracturar el cartílago nasal, provocando una desviación de la nariz hacia la derecha.
6 La nariz presentará su ala izquierda ensanchada y achatada.
7 Labios, bigote, mentón y barba, estarán impregnados de sangre.
8 Deben aparecer abundantes regueros de sangre mezclada con saliva y líquido procedente de edema pulmonar, saliendo por comisura derecha de la boca.
9 El mentón deberá aparecer muy contusionado.
10 se representarán abundantes regueros de sangre saliendo por los orificios nasales. Al menos formaran dos chorros que cruzan el lado derecho de la boca.
3. Huellas de flagelación romana
Prácticamente todo el cuerpo, por la parte frontal y dorsal está cubierto de una serie de heridas de pequeño tamaño, iguales y semejantes a pequeñas mancuernas o pesas de gimnasia de unos 3 cm de longitud. Las marcas están formadas por pequeños círculos de unos 12 Mm de diámetro, algo separados entre sí, pero unidos por una línea transversal.
Algunas de estas marcas en la síndone son muy poco visibles a simple vista, pero que se ponen claramente de manifiesto con las fotografías de luz ultravioleta. Son sin dudas las marcas que dejaría el instrumento de tortura romano conocido con el nombre de “flagellum taxillatum”. Llamado así por las bolitas o “taxilli” que remataban sus tres correas formadas por nervios obtenido de animales.
En la representación las lesiones se deben localizar por todo el cuerpo:
Espalda, piernas, pecho (respetando la zona del corazón), vientre, zona glútea y posiblemente hasta en los genitales. Evidentemente pensamos que el hombre se debía encontrar totalmente desnudo cuando recibió este brutal y sistemático castigo.
Del estudio de la imagen sindónica se derivan algunas características que convienen destacar, y que se han aplicado en la realización de las maquetas, tanto del yacente como del crucificado:
1 El castigo fue aplicado por dos verdugos o lictores, situados en cada flanco, aproximadamente a un metro del reo, ambos eran diestros. Los golpes se distribuyeron en forma de abanico por todo el cuerpo de la victima.
2 El número de golpes recibidos ascendieron aproximadamente a 120, sin contar los que no se han podido estudiar por la falta de las huellas de gran parte de los brazos, zona de la imagen perdida por causa del incendio del año 1532 en Chámbery, y por la no existencia de imagen lateral en la síndone.
3 Durante la flagelación la postura de nuestro hombre debió ser encorvada: se deduce esto de los estudios realizados mediante ordenador sobre las fotografías ultravioletas obtenidas de la síndone, mediante la cual pudo comprobarse la angulación de los reguerillos de sangre y suero en distintas partes del cuerpo.
En ésta posición los reguerillos de la parte dorsal alta, caían hacia los lados, con una angulación de 100, 90 y 70 grados, durante la aplicación del castigo. Mas tarde, ya en posición vertical o sentada, también cayeron hacia abajo.
En las zonas glúteas se ve también algo parecido. Y en las extremidades inferiores los regueros son nítidos y se dirigen también hacia abajo.
4 La gran nitidez con la que se aprecian muchos de estos regueros puede explicarse por que el tiempo que pasó desde la flagelación hasta que le volvieron a vestir. Debió de transcurrir el necesario para que se secaran y no fueran absorbidas por la túnica. Solo en la parte alta de la espalda, los regueros y las marcas de los taxilli han desaparecido, observándose una llaga compacta y muy escoriada, como si la piel estuviese abrasada por rozamiento de algo.
Ya hemos no dicho que en esta zona no se distinguen tan perfectamente las marcas profundas de los taxilli. Pensamos que estas grandes lesiones pueden explicarse por el rozamiento de la espalda contra el patíbulum; por la acción de la propia túnica; y por los rozamientos contra el estipe cuando el reo estuvo suspendido en la cruz.
4. El patíbulum. Camino del calvario
Con toda seguridad el reo no portaba la cruz como una pieza completa, sabemos que lo habitual era portar sólo el patíbulum, puesto que la parte vertical de la cruz, o estipes, estaba fijada en el lugar del enclavamiento.
En el estudio de la imagen sindónica, se aprecian las huellas que indican la forma en la que el reo debió cargar con el patíbulum:
1 En la espalda justo por debajo del hombro derecho (si miramos el negativo), en la región supraescapular, veremos una amplia zona erosiva y contusa de forma rectangular, que se distribuye oblicuamente de arriba abajo, dicha zona ocupa una superficie de 10 x 9 centímetros.
En el hombro izquierdo hay otra zona de similares características, de unos 14 centímetros de extensión, en dirección a la punta de la escápula.
2 Esto demuestra según el Dr. Judica Cordiglia, que el patibulum (de considerable peso) había gravitado sobe esta zona, allanando y deformando; y volviendo a abrir las lesiones provocadas por la flagelación. Además por aplasta miento que presentan las contusiones, entendemos que el efecto del patíbulum debió de ser amortiguado por algo. Quizás por la existencia de la túnica, lo que demostraría que el reo fue vestido antes de cargar con el madero.
3 La contusión escapular izquierda, está dispuesta mas baja que la derecha, y es mucho mas extensa, lo que nos hace pensar que el patíbulum no iba totalmente horizontal sobre la espalda, sino inclinado hacia abajo por el lado izquierdo. Por este motivo este lado de la espalda debió soportar principalmente el peso del madero. La posible explicación para esta posición inclinada del patíbulum, se puede encontrar en la existencia de una cuerda, que atada a un extremo del madero, en este caso el izquierdo, lo uniera con a la pierna del mismo lado del reo, concretamente con el tobillo.
4 Singularmente, por encima del tobillo de la pierna izquierda, se aprecian unas líneas sangrientas y oblicuas, que van desde la parte interior a la exterior, por delante y por detrás de la pierna. Además en estas zonas de la pierna han desaparecido las huellas de la flagelación. La respuesta puede estar en que durante el tiempo transcurrido camino al calvario, la supuesta cuerda se tuvo que ir deslizándose, hacia arriba y hacia abajo, a lo largo del tercio inferior de la región tibial, lacerando y escoriando la zona y borrando las marcas del flagellum.
5 Las rodillas se encuentran también fuertemente lesionadas; la derecha presenta numerosas excoriaciones de distinto tamaño a nivel de la rotula, y se intuye una perdida de sustancia en el mismo lugar. La rodilla izquierda presenta heridas menos extensas. La explicación de estas heridas resulta evidente: durante el camino al suplicio el hombre debió caer en varias ocasiones.
5. Huellas de crucifixión
Lo primero que llama la atención al fijarnos en los brazos cruzados -el izquierdo sobre el derecho- es la herida existente a nivel de la muñeca izquierda (y no en la palma de la mano como siempre se ha representado en el arte sacro). El Dr. Barbet realizó experimentos con brazos recién amputados, aun vivos, y corroboró que efectivamente, que la zona más idónea para introducir un clavo, era a través del carpo y no en la palma. Los tejidos de la palma no poseen estructuras para soportar el peso de un cuerpo. Al hombre de la síndone le calculamos un peso de unos 80 Kg. Colgado en posición vertical, formando los brazos un ángulo aproximado de 65 grados, es fácil de deducir el peso que soportaría cada brazo en función del ángulo mencionado:
40kg/coseno de 65º= 95 Kg. Las palmas no pueden soportar este peso, sin embargo, las muñecas pueden llegar a resistir hasta 200kg de tracción. Según el Dr. Barbet, el clavo tuvo que penetrar por un espacio entre los hueso del carpo llamado punto de destot. Espacio que Barbet y después otros sindonólogos habían situado entre el hueso grande y el semilunar. A su vez, el Dr. Barbet mantenía que dicha lesión provocaba la lesión del nervio mediano y la abducción de los pulgares.
Sin embargo, según los estudios recientes realizados por el Dr. Palacios carvajal, el espacio de destot es un misterioso enclave anatómico que no figura en ningún tratado de anatomía, ni antiguo ni moderno, y que sólo existe, en las publicaciones relacionadas con la síndone.
Extendiéndose la teoría de Barbet de una manera casi universal.
Para el Dr. Palacios carvajal, especialista en traumatología, existen en las zona del carpo dos posibles espacios, en este caso absolutamente ciertos, por donde pudo penetrar el clavo, aunque también estima que la otra teoría de Barbet, de la supuesta lesión del nervio mediano para explicar la ausencia de huella de ambos pulgares en la imagen sindónica, tampoco le parece cierta o verosímil; y mantiene que los pulgares, tal vez no se vean por estar simplemente replegados, como casi es normal en toda mano en actitud de relajación.
De todo lo anteriormente expuesto, lo que parece al menos plausible, es que el clavo penetró por la zona del carpo y no por el espacio cubito radial, aunque está otra zona anatómica, también hay que considerarla posible para conseguir una suspensión estable. Además está relativamente tan cerca de la región carpiana, que es difícil de apreciar con nitidez en la Síndone, como para emitir un juicio absoluto.
Para la fijación de los pies existen menos dudas o controversia, y casi todos los especialistas estiman que fueron atravesados, por un solo clavo, por la zona llamada línea de lisfrank.
En la imagen dorsal, los pies aparecen algo cruzados: las puntas convergentes y los talones separados. El pie derecho presenta toda su planta marcada, lo que indica la disposición mas flexionada de la rodilla derecha. Del pie izquierdo solo vemos el talón y la parte central. El talón del pie izquierdo profusamente manchado de sangre, presenta unas huellas que parecen causadas por los dedos de una mano.
Con toda seguridad el pie izquierdo fue clavado sobre le derecho, presionando la herida de ese lado, de tal forma, que la sangre que manaba quedaba frenada por la presión, formándose una mancha de forma trapezoidal e irregular, que se prolonga hacia la izquierda en un reguero oblicuo; esto sucedería al no fluir con libertad la sangre por la presión del pie izquierdo ya mencionada. Sin embargo en el pie izquierdo, si se aprecia con nitidez el punto de entrada del clavo, y algunos regueros de sangre que fluyen libremente.
6. Lanzada en el costado
La herida del costado se encuentra entre la quinta y la sexta costilla. Puede ser una prueba evidente de la ejecución del “exactus mortis” una mera comprobación de la muerta efectuado por un golpe de lanza. Sabemos que a los crucificados se les practicaba el “crurifagiúm”: un violento golpe de maza con el que se les quebraban las piernas a los ajusticiados para acelerarles la muerte. A Jesús de Nazaret, sabemos por los evangelios que semejante técnica no fue necesaria, puesto que murió con relativa celeridad. Solo hizo falta, por mandato del procurador romano Poncio Pilatos, que comprobaran su muerte.
Según lo que vemos en la Síndone, la herida del costado, es una prueba irrefutable de la muerte. Sobre todo por el aspectos y morfología de la herida del costado; ya que presenta indudables características de una hemorragia postmortem. Apreciándose como la masa sanguínea ya está separada del plasma. Son claramente visibles los halos formados por líquidos serosos, en toda la periferia de los coágulos. Este por lo tanto es un detalle que hay que cuidar en la representación.
Además las peculiaridades de la herida pueden ser el fruto posible de estos sueros sanguíneos o líquidos proveniente, con probabilidad, de un grave edema pulmonar provocado por la flagelación y agravado por la muerte asfíctica del reo, y tal vez este fenómeno es el que nos pudo describir San Juan en el momento de la lanzada, como la emanación de sangre y agua que salió, al punto de su costado.
Y si tras este estudio forense sobre el cuerpo y las heridas que nos muestra la Sábana Santa requieren de las siempre útiles estadísticas permítannos que les mostremos los argumentos a favor y en contra de la Síndone así como las probabilidades que un lienzo contuviera el cuerpo de un hombre con las heridas análogas a las que nos narran que Cristo vivió durante la Pasión.
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