La noticia saltó a los medios de comunicación desde las páginas de la revista “Año/Cero” que dirige Enrique De Vicente, decía así:” Basándose en el rostro impreso en la Sábana Santa de Turín y teniendo como objetivo definido la representación del mismo, el Doctor en Bellas Artes e imaginero sevillano, Juan Manuel Miñarro López ha logrado modelar la imagen del Hombre de la Síndone. Con una fiabilidad casi absoluta y tras un serio, riguroso y documentado estudio anatómico y antropomórfico, a la vez que apoyado por avanzadas técnicas informáticas y todo su saber escultórico e imaginero ha dado como resultado tan impresionante obra.
La imagen se encuentra enmarcada dentro de un conjunto de piezas de gran valor sindonológico con las que, en breve, se piensa realizar una magna exposición sobre la Sábana Santa en nuestro país (“LA SÁBANA SANTA DE TURÍN: HISTORIA, CIENCIA Y ARTE”), en un acontecimiento sin precedentes en los últimos años.
Dentro de los proyectos más inmediatos de los principales implicados en esta encomiable labor se encuentra la realización de una talla completa a tamaño real del Hombre de la Síndone siguiendo fielmente las huellas impresas en la misma.
La exposición contará además con la participación del Centro Español de Sindonología de Valencia la cual aporta una reproducción de la Sábana Santa de Turín”.
La idea de realizar un estudio escultórico sobre la misteriosa figura del Hombre de la Sabana Santa de Turín, surgió a partir de un artículo que publicaba el diario El Mundo el 28 de marzo del año 2000… En dicho articulo, aparecía el rostro de un hombre que, según un grupo de científicos de la Universidad de Manchester, podría ser el verdadero retrato de Jesús de Nazaret. El trabajo de estos científicos era un encargo de la BBC, para un programa de televisión que se titularía “Hijo de Dios”.
El grupo de estudiosos, encabezados por el especialista forense Richard Neve, habían utilizado, para la posible reconstrucción del retrato de Jesús, un cráneo de varón extraído de las excavaciones de unos enterramientos del Siglo I en Jerusalén. Por otra parte también habían manejado fuentes iconográficas procedentes de sinagogas de los siglos I y III.
Con las fuentes mencionadas y un avanzado programa gráfico como método científico, habían conseguido la imagen de un rostro de varón, a nuestro parecer de rasgos bastante vulgares. Pero lo que resultaba más controvertido, era que las facciones no coincidían para nada con el retrato de Jesús difundido por el Arte a través de los tiempos. Retrato, que por otra parte, si parece coincidir con el misterioso rostro de la Sábana Santa de Turín. Y no debemos de olvidar que el rostro de Turín sí guarda múltiples coincidencias con los iconos de Jesús que se difunden a partir del siglo VI.
El rostro recreado por los científicos británicos enseguida tuvo eco en los medios de comunicación, que rápidamente se hicieron con la noticia. La polémica saltó posteriormente a los medios informativos y el trabajo de los universitarios de Manchester, tuvo más de una crítica. Produjo cierta rabia y desconcierto, ya que era clara la carencia de toda base científica. No debía, bajo ningún pretexto, admitirse que un retrato de Jesús (un personaje histórico) pudiera reconstruirse utilizando un cráneo cualquiera, y por lo tanto arbitrario. Máxime cuando la fisonomía de un rostro sabemos que depende fundamentalmente de un soporte óseo individual, y característico. La posibilidad de que el ensayo de los británicos fuese semejante siquiera al verdadero rostro de Jesús, entraría en el terreno del más puro azar. Sobre todo cuando se sabe que en la Jerusalén de aquella época convivía una amalgama de etnias de muy diversos orígenes.
A juicio del imaginero sevillano, Juan Manuel Miñarro, se había cometido una falacia científica insostenible. Tan insostenible, como si un supuesto equipo de científicos pretendiese por el mismo método deducir el verdadero retrato objetivo de Julio César, utilizando el cráneo de un ciudadano romano de la misma época. La antropología física demuestra que la reconstrucción facial de un determinado individuo solo puede ser ensayada sobre su propia estructura ósea.
Toda teoría o hipótesis científica debe basarse en un número suficiente de hechos demostrables y a la vez de la comprobación de un patrón de regularidades o coincidencias. De la sistematización de estas observaciones de pende la deducción de un número X de probabilidades, y por lo tanto el fundamento para que un determinado hecho pueda ser extremadamente probable, improbable o una certeza científica.
La Sábana Santa de Turín, ha sido y es la reliquia, y a la vez el objeto arqueológico, más estudiado por la comunidad científica desde el año 1.898. Jamás un objeto antiguo ha convocado para su estudio un cuerpo científico multidisciplinar tan extenso. Hasta ahora nadie ha podido demostrar la falsedad de la imagen impresa. Igual que tampoco se sabe con certeza su naturaleza y origen de la impronta. Incluso las pruebas de carbono 14 realizadas el año 1.998, han sido posteriormente desautorizas con argumentos científicos que rebaten los resultados de la datación, que daba como origen del lienzo el siglo XIII.
En la Sábana Santa aparece una imagen latente, de un cuerpo de varón yaciente, que presenta todos los estigmas de un crucificado, pero con unas coincidencias puntuales con la crucifixión de Cristo según las narraciones evangélicas, que resultan como menos inquietantes… La posibilidad de que la imagen de este varón sea la de Jesús de Nazaret, ha sido estudiada por muchos científicos, y las conclusiones han sido diversas pero nada despreciables.
En el año 1.972, el ingeniero Francés Paúl de Gail, reemprendiendo unos cálculos ya realizados por Yvés Delage; y con fundamentos en datos históricos y científicos comprobados sobre la Sábana Santa, dedujo una formula matemática de probabilidades. Para la formulación, utilizó el análisis de 7 variables, y dedujo que las probabilidades de que la imagen de la Sábana Santa no sea la de Jesús de Nazaret, eran de uno partido por doscientos veinticinco mil millones.
Según esto, es extremadamente probable que el retrato verdadero de Jesús sea el de la imagen latente que aparece en los lienzos de Turín. Y esto si es un dato científico a tener en cuenta.
Además de Paúl Gail, otros científicos han investigado las coincidencias entre el retrato artístico de Jesús, y él que aparece en el lienzo de Turín. Entre ellos destacaremos a Georges Gharib, Ian Wilson y Alan D. Whanger. Concretamente este último, profesor de la Universidad Canadiense de Duke, ha descubierto extraordinarias coincidencias entre la Imagen Sindónica y los iconos bizantinos que emanan de la antigua ciudad Turca de Edesa a partir del siglo V. Utilizando unas técnicas de imágenes fotográficas, luz polarizada y fotometría, ha llegado a descubrir más de 145 puntos de coincidencias entre estos iconos y el misterioso rostro de la Síndone.
Por lo tanto se debe de manifestar y defender otra hipótesis científica deducida de estos estudios, cuyo enunciado sería: “Es extremadamente probable que el rostro de la Sábana Santa de Turín, La Síndone o Santo Mandilón, sea la inspiración y el referente que los artistas utilizaron para el cambio radical en las representaciones cristíferas”. Sería pues la Sábana Santa, la que dio lugar al retrato oficial de Cristo acuñado por el Arte y que ha llegado hasta nuestros días. El Jesús de los primeros siglos de la era cristiana era representado con pelo corto, imberbe o con barba rala. A partir del siglo V y VI, la imagen comienza a ser extremadamente parecida al rostro del hombre de la Síndone: las características básicas son: pelo largo y dividido al centro; barba larga y bífida; rostro de facciones alargadas y bien definidas; pómulos prominentes; cejas en arco fuertemente marcadas; ojos almendrados y exoftálmicos; boca de labio inferior prominente; nariz diferenciada en sus tres segmentos constitutivos: raíz, dorso y punta.
Por todos los argumentos anteriormente expuestos, se debería de creer que las probabilidades de reconstruir un retrato de Jesús de Nazaret, utilizando los Lienzos de Turín son mucho mayores y tienen más base científica, que utilizar un cráneo cualquiera de un judío del siglo I.
No es la primera vez que un artista hace algo basado en la Sábana Santa. Con mayor o menor objetividad, existen varias representaciones del Hombre de la Sábana Santa, tanto en pintura como en escultura. Algunos artistas lo han representado en vida, otros tras la muerte, abundando más este tipo de representación.
La más reciente (año 2.000), es la escultura completa del artista Luigi Mattei. Para la realización de esta obra, el escultor utilizó un proceso de modelado en arcilla tomando datos de partida de un estudio antropométrico y anatómico realizado por la Universidad de Bolonia. El método ha sido pues de intuición y proceso artístico, con lenguaje de modelado asistido por medidas reales y observaciones de fotografías de la Sábana Santa. Actualmente esta obra fundida en bronce, se encuentra en el museo de la Sábana Santa, en la ciudad de Turín. Otro trabajo que merece mención, es el del pintor malagueño Francisco Trigueros, mucho más realista y definido que el trabajo expresionista de Mattei. Aunque no utiliza ningún método objetivo de comprobación.
También debe citarse otras representaciones pictóricas y dibujísticas del rostro del hombre de la Sábana Santa. A destacar la realizada por el pintor Armenio Aggemian en el año 1.935, difundida en un famoso holograma; o los dibujos de Monseñor Ricci; Teressa Maeso; Bruner y Francisco Pardo basados en los estudios de Luigi Gedda, este último de un acertado realismo forense.
Pero la cuestión no es la representación artística en sí misma, sino el método que se haya utilizado para la ejecución. En nuestra opinión, no se trata de realizar una interpretación artística por fotografías, utilizando solo la destreza manual o la experiencia artística como instrumento. Se trata de utilizar un método de control y de rigor científico que posibilite la recreación, en este caso tridimensional, del rostro del hombre de la Síndone.
De hecho, la verdadera aportación de este proyecto ha sido y es el método utilizado, las fuentes consultadas y las técnicas artísticas instrumentalizadas a través de soporte digital e infográfico. El trabajo de Miñarro se dividiría en dos: la primera parte sería la representación tridimensional del hombre en vida. La segunda parte, la representación del hombre tras la muerte.
Basándose en el método de la superposición de Alan Whanger. Utilizando un soporte infográfico que nos ha permitido en todo momento superponer imágenes del rostro de la Sábana Santa con las distintas secuencias de modelado que convertirían los datos de la Síndone en imagen tridimensional. La superposición de fotografías se convierte en un método aceptado científicamente, y que se define como fotometría. La posibilidad que ofrecen los programas informáticos y la imagen digital han sido fundamentales en la ejecución de nuestro trabajo.
El objetivo inicial del proyecto era ofrecer a la comunidad científica y a la opinión publica, una respuesta contundente en contra de la Hipótesis de los científicos de Manchester. Al mismo tiempo era un reto personal como escultor, y como imaginero, ya que jamás se había planteado realizar un ensayo con recursos científicos del retrato de Jesús de Nazaret. Fue la vulgaridad del rostro publicado en el diario el Mundo, lo que le disparó hacia esta empresa.
Se realizó, en primer lugar, un rostro del Hombre de la Sábana Santa como sería en vida, para ello se le abrió los ojos y corregidas las deformaciones de nariz, cejas y pómulo, ya él profesor Tumbarelli había realizado estas correcciones con un programa informático sobre secuencias tridimensionales obtenidas por la NASA.
Miñarro pretendía difundir esta imagen de plenitud vital, muy semejante al trabajo de Aggemian, aunque en este caso tridimensional.
Por otra parte se preparó un cráneo tridimensional de un modelo clástico, para obtener un cráneo modificado que a la postre debían compartir el modelo en arcilla y el rostro de la Sábana Santa. Al mismo tiempo se preparó el soporte para la arcilla con su correspondiente armazón, y las herramientas para modelar. El ordenador, una cámara digital sobre trípode y un programa de utilización de imágenes denominado Live-Pix sería el entorno que configuraban el conjunto de datos e instrumentación de nuestro protagonista para llevar y ejecutar su trabajo.
La técnica fotográfica a emplear exigía un perfecto control de las tomas, para evitar errores de paralaje o aberraciones ópticas. La imagen sindónica tiene entre otras calidades, que es totalmente ortogonal, por lo tanto está exenta de escorzos y perspectiva. Por este motivo las fotos del modelo debían de tener la misma cualidad, y para ello había que controlar en todo momento la altura de la línea de horizonte y por supuesto la distancia y colocación relativa entre la arcilla y el plano del objetivo de la cámara.
Miñarro comenzó el trabajo preparando en el ordenador el soporte óseo del retrato. Para ello utilizó un cráneo tridimensional, que fue introducido en el programa a través de foto digital. El objetivo era conseguir un cráneo virtual del hombre de la Síndone que había que transformar hasta la superposición perfecta con la imagen positiva del Hombre de la Sábana Santa. Los parámetros de transformación venían dados por la búsqueda de la coincidencia de los puntos de inserción de los músculos principales de la mímica, en sus correspondientes puntos de inserción ósea. Así las partes blandas del rostro comenzaron ha asentarse sobre los accidentes óseos. Sólo circunscribió al perímetro del rostro, alrededor de los principales accidentes y orificios de la cara. El escultor no tuvo en cuenta las formas óseas de la mandíbula inferior, aunque si cuidó de situar los arcos dentales y la fosa temporal.
Tras este proceso, había conseguido un cráneo mesocéfalo correspondiente al tipo que debió tener el Hombre de la Síndone.
Ya tenía la estructura ósea virtual que ahora debía de ser superpuesta en distintas secuencias del proceso de encaje del modelo. Para ello obtenía fotos digitales del modelado, las introducía en el ordenador y valoraba las coincidencias de los puntos de referencias anatómicos. Seguidamente corregía los datos no coincidentes en la arcilla y repetíamos el proceso para la nueva comprobación. Cuando los principales elementos estaban situados, se comenzó con la colocación de los rasgos y sus proporciones. Para este proceso se utilizaron las fotografías negativas y positivas del rostro de la Síndone, comprobando la correspondencia con el modelado de arcilla sobre la base de mecanismos de superposición y translación de las distintas secuencias. De este modo fue repitiendo el proceso hasta la correcta superposición de todos los rasgos.
Para ultimar el modelado de las partes blandas utilizó secuencias de superposición de las imágenes fotográficas de Iso densidad y las de Tumbarelli. Para la colocación del cabello y barba buscó las coincidencias de algunos puntos de referencias, hasta conseguir unas formas perimétricas aceptables. La arcilla permitía en todo momento la corrección y adaptación de formas, sobre la base de las sucesivas secuencias de comprobación por superposición. Para la volumetría del conjunto, era inevitable la realización de los perfiles y la cara posterior. Para los perfiles utilizamos las rotaciones realizadas por Leo Vala. La Vista posterior se completó con la representación del peinado que también se aprecia en la imagen de la Sábana Santa, por ello Miñarro le recogió el cabello en una cola central al modo de los rabinos o judíos esenios del siglo I.
El resultado fue sorprendente, en todos los sentidos, sobre todo cuando a la postre de todo un proceso técnico y artístico, muy complejo y objetivo, me encontraba de nuevo con él retrato oficial de Jesús de Nazaret. La Imagen que los pintores y escultores han venido ejecutando desde el siglo V de nuestra era y hasta nuestros días.
La obra ha sido posible, gracias a las técnicas de la escultura, a la infografía, a la fotometría y a los numerosos estudios sobre la Sábana Santa de Turín consultados. Miñarro procuró que en todo momento la objetividad.
La probabilidad científica de que el rostro que presentamos fruto de este trabajo, sea el que corresponde al rostro del Nazareno, es sin dudas infinitamente superior a la pretensión de la BBC. Por supuesto, no es una certeza científica. La ciencia aún no ha podido demostrar la identidad del Hombre de la Síndone pero si está en condiciones de afirmar que es extremadamente probable que la Sábana Santa sea la huella terrenal de la presencia histórica de Jesús de Nazaret.
Actualmente Miñarro trabaja en su taller de la calle Viriato en la segunda parte del trabajo que trata de ejecutar una representación escultórica completa objetiva del hombre de la Síndone con el aspecto real, tal y como aparece en las fotografías de la Sábana Santa. Por lo tanto el rostro, en este caso estará adornado con los estigmas de la pasión todo ello utilizando la misma metodología de trabajo ya explicada pero en este caso ha partido del molde de la primera cabeza, consiguiendo por la técnica del apretón, el fragmento correspondiente al rostro. Utilizando fotos a tamaño real de la Síndone, negativo fotográfico y fotografía tridimensional corregida de Tumbarelli. Las secuencias de superposiciones permitieron ir corrigiendo en el barro los perfiles, a la vez que definíamos el modelado de superficie colocando las zonas contusas e inflamadas. Los principales regueros de sangre se situaron en relieve. Para el análisis de general de las contusiones, se utilizaron los estudios de Mons Ricci. Según el mapa de contusiones elaborado por dicho autor situamos todos los pormenores, comprobándolos por superposición con el rostro de la Síndone. Como en este caso se disponía de fotos a tamaño real del lienzo se ajustó el tamaño del modelado por fotometría, por lo que el resultado es un rostro idéntico y superponible a la Síndone en todos los sentidos. El resultado final fue reproducido por molde elástico en escayola exaduro, y policromado al óleo para potenciar más aun los aspectos realistas de la obra. Los resultados son evidentes y tal vez el lector se haya visto asaltado a ver por primera vez el verdadero rostro de Cristo… el esfuerzo merece la pena.
Sin dudas el final está cercano y nuestra próxima parada será para nuestro lector una tormenta de bellas historias que sin dudas dejará con ese dulce sabor del que quiere más… Estamos allá donde la realidad se confunde con la ficción y viceversa…
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